Mucho se ha escrito sobre la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático 2021, mejor conocida como COP26. Esta cumbre, de trascendencia mundial, contó con la participación de más de veinticinco mil delegados de 200 países, entre los cuales se contó con alrededor de 120 jefes de estado, además de diversos representantes gubernamentales, industriales y del sector financiero, observadores de organizaciones multilaterales y de la sociedad civil, activistas y ciudadanos, entre otros actores.
Ante la importancia de este evento, vale la pena detenerse para analizar algunos de los elementos más relevantes que se discutieron. Primero, es importante señalar que los delegados participantes discuten sobre dos temas centrales: reducción de emisiones y financiación. Con respecto a lo primero, se espera que los distintos países participantes tomen medidas para reducir sus emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), a través de lo que se conoce como las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés). En segundo lugar, se espera que los países desarrollados se comprometan a transferir fondos a los países en desarrollo para hacerle frente al cambio climático.
Antes de la COP26, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, comentaba con respecto a esta que “si no se actúa con determinación, nos estamos jugando nuestra última oportunidad, literalmente, de cambiar el rumbo de las cosas”, mensaje que iba en línea con el de muchos expertos y organizaciones en cuanto a que esta conferencia representaba la mejor última oportunidad para tomar acciones que permitan hacer frente a la emergencia climática que vive el planeta en la actualidad. Si bien esta cumbre se ha llevado a cabo desde 1995, estos mensajes se dan en un contexto en el que los compromisos, particularmente los del acuerdo histórico sobre el cambio climático alcanzado durante la COP21 de París, no se han cumplido a cabalidad. Hace siete años, en la cumbre de París, la meta acordada fue la de mantener el calentamiento global durante el presente siglo “muy por debajo” de los 2°C con respecto a los niveles preindustriales, y se les solicitó a los países participantes que continuaran con sus esfuerzos para procurar mantenerlo por debajo incluso de los 1,5°C. Sin embargo, los esfuerzos han sido insuficientes.
En este contexto, la COP26 se marcaba en el calendario como el momento en el que los países debían finalizar las normas necesarias para aplicar el Acuerdo de París, mejor conocido como el Libro de Reglas de París, para hacer de este un acuerdo plenamente operativo. Lo anterior incluye el acuerdo sobre los enfoques comunes de los mercados de carbono, la presentación de informes nacionales transparentes sobre las emisiones y los plazos comunes de cinco años para presentar las NDC actualizadas. Adicionalmente, era la 1ª conferencia climática en la cual los países debían presentar sus NDC actualizadas.
Claridad en los aportes
Es importante resaltar que el Acuerdo de París instó a los países firmantes a presentar sus aportes voluntarios, o NDC, para reducir sus emisiones nacionales de GEI. Sin embargo, los programas nacionales de recorte de emisiones presentados inicialmente se estimaron insuficientes para alcanzar la meta establecida, por lo que en paralelo se acordaron mecanismos de revisión al alza de los compromisos nacionales, que se esperaba reflejaran de manera regular una mayor ambición de los países.
A la fecha, sin embargo, el resultado no ha sido el esperado. De acuerdo con el Informe sobre la Brecha de Emisiones 2021 del PNUMA, las NDC comprometidas inicialmente por lo países son insuficientes, poniendo al mundo “en camino de un aumento de la temperatura global de 2,7°C para fines de este siglo”. Sobre las nuevas NDC, actualizadas e introducidas por 120 países al 30 de septiembre de 2021 (un mes antes del inicio de la conferencia), el informe señala que solo eliminarían el 7,5 por ciento de las emisiones previstas para 2030, cuando lo que se necesita es una reducción del 55 por ciento para cumplir con el objetivo de mantener el calentamiento por debajo de 1,5°C.
La financiación, también enredada
La financiación de acciones de adaptación y mitigación de los países en desarrollo no ha estado exenta de complicaciones. Si bien durante la COP15 en Copenhague (2009), y nuevamente en la COP21 en París, los países desarrollados se comprometieron a movilizar $ 100.000 millones de dólares anuales al año 2020 — en financiación pública y privada— para ayudar a las economías en desarrollo a implementar un desarrollo económico sostenible y hacer frente a los efectos del cambio climático, este compromiso no ha sido alcanzado.
Mientras los países ricos han sido incapaces de movilizar la totalidad de los recursos comprometidos, los países en desarrollo señalan que el monto estimado no es suficiente para llevar a cabo todas las acciones necesarias para que sus economías puedan adaptarse al cambio climático (y mucho menos para cubrir los daños y consecuencias que actualmente ya sufren por cuenta de este fenómeno). Pensando a futuro, la COP26 se erigía como un espacio crucial para garantizar esta financiación a futuro, así como para establecer nuevos objetivos de financiación climática con un horizonte a 2025.
Fue en este escenario en el cual se desarrolló la COP26, la cual ha dejado como resultado un nuevo acuerdo — el Pacto de Glasgow para el Clima —, el cual, si bien no es jurídicamente vinculante, establece la agenda mundial sobre cambio climático para la próxima década. A continuación, les presentamos los resultados más relevantes de la cumbre.
¿Qué dice el Pacto de Glasgow sobre las emisiones?
Sobre las emisiones, el objetivo principal de la COP26 -— según sus organizadores— era el de situar al mundo en una senda que le permitiera limitar el calentamiento a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales. Durante la conferencia se realizaron muchas promesas, tanto por parte de los países como de los actores del sector privado, pero una vez cerrado el acuerdo siguen sin existir garantías o compromisos concretos que permitan alcanzar este objetivo.
De acuerdo con la Comisión de Transición Energética, las emisiones proyectadas de GEI para 2030 pasaron a 41.9 gigatones (Gt) gracias a los nuevos compromisos nacionales presentados durante la COP26 — antes de la conferencia, las proyecciones eran de 52.4 Gt—, lo cual sigue estando lejos de la meta de 26,6 Gt estimada para no superar los objetivos en cuanto a calentamiento global.
En este sentido, el documento final otorga a los 197 gobiernos participantes hasta la COP27, a realizarse en Egipto en el presente año, para que actualicen sus metas de reducción de dióxido de carbono (CO2), las cuales se espera que sean más ambiciosas de lo que son en la actualidad. Según la organización Climate Action Tracker, aún hay 37 países que no han actualizado sus NDC, y algunos de los que sí lo han hecho, como es el caso de Brasil, México, Rusia o Australia, no incrementaron en la práctica sus metas nacionales.
Un anuncio positivo en términos de reducción de emisiones se dio gracias al compromiso de más de 100 países, liderados por EEUU y la UE, y entre los cuales se encuentra Colombia, para reducir las actuales emisiones de metano en 30% para 2030. Se estima que este gas de efecto invernadero — el cual tiene un potencial de calentamiento global de más de 80 veces con respecto al dióxido de carbono y es producido principalmente por los sectores de agricultura, hidrocarburos y la eliminación de desechos — es responsable de entre una cuarta y una tercera parte del calentamiento climático causado por los seres humanos. A la fecha, sin embargo, China, Rusia e India, considerados como algunos de los grandes emisores, no se han adherido a este esfuerzo, pero se espera que lo hagan en un futuro próximo.
¿Y qué dice sobre la financiación?
Con respecto a la movilización de fondos para que los países en desarrollo, y en particular los más pobres, puedan llevar a cabo acciones de mitigación y adaptación al camio climático, el documento final no incluye metas definidas sobre una nueva financiación. El texto menciona la necesidad de movilizar recursos “”de todas las fuentes para alcanzar el nivel necesario para lograr los objetivos del Acuerdo de París”, y también insta a los países desarrollados a duplicar los fondos para los países en desarrollo y establece la perspectiva de que se cree un fondo de un billón de dólares al año a partir de 2025.
Sin embargo, no compromete a los países más ricos a destinar recursos para la financiación climática, por lo que diversos países de África y América Latina han manifestado que no se han hecho los esfuerzos suficientes para garantizar los recursos que requieren con el fin de alcanzar la meta esperada.
En este ámbito, una buena noticia es que cerca de 500 empresas de servicios financieros mundiales anunciaron su intención de alinear 130 billones de dólares — alrededor del 40% de los activos financieros del mundo — a los objetivos establecidos en el Acuerdo de París, lo que incluye respaldar la transición hacia energías limpias. Con respecto a los subsidios a los combustibles fósiles, los líderes mundiales acordaron eliminar gradualmente las subvenciones que reducen artificialmente el precio del carbón, el petróleo o el gas natural. Sin embargo, no se han fijado fechas concretas para tal fin.
Carbón, deforestación y cooperación EEUU – China
Otros anuncios importantes que se presentaron en el transcurso de la cumbre en Glasgow tienen que ver con el carbón, la deforestación y la cooperación entre Estados Unidos y China. Con respecto al carbón, por primera vez en una conferencia climática se ha incluido un plan explícito para reducir su uso, reconociéndolo de forma explícita como uno de los causantes del actual calentamiento —se estima que el carbón es responsable del 40% de las emisiones anuales de CO2—. Sin embargo, una enmienda de última hora introducida por China e India llevó a que los países se comprometieran a una “reducción progresiva” antes que a una “eliminación progresiva”, lo que claramente debilita el alcance de este compromiso.
Por su parte, los líderes de más de 100 países, que representan alrededor del 85% de los bosques del mundo, se comprometieron a detener la deforestación a 2030. Esta acción se considera vital para frenar el calentamiento global, dada la capacidad que tienen estos ecosistemas para absorber grandes cantidades de CO2. Y si bien hay que decir que iniciativas similares han fracasado anteriormente en su intento por alcanzar este mismo objetivo, el compromiso actual está mejor financiado que sus predecesores, aunque sigue sin estar clara la manera como se vigilará su cumplimiento.
Por último, uno de los anuncios que más ha tomado por sorpresa a los asistentes al evento ha sido la declaración conjunta de Estados Unidos y China de comprometerse a impulsar la cooperación climática durante la próxima década y a tomar medidas en diversos temas, los cuales incluyen las emisiones de metano, la descarbonización y la transición hacia energías limpias. Sin bien este anuncio ha sido gratamente recibido por la mayoría de los actores interesados, teniendo en cuenta que ambos países son los mayores contaminantes del mundo, siguen presentes las dudas dada la falta de detalles del acuerdo. Por ejemplo, si bien China se comprometió a “reducir gradualmente” el uso de carbón a partir de 2026, no especifica ni de cuánto va a ser esta reducción, ni el periodo de tiempo en el cual espera hacerlo.
Algunas reacciones finales
Durante la sesión de cierre de la conferencia, muchos de los delegados nacionales lamentaron que el acuerdo alcanzado no fuera suficiente para las necesidades que plantea la actual coyuntura climática; incluso algunos países lo calificaron como “decepcionante”. Sin embargo, hubo a su vez un consenso general en calificar el acuerdo como “equilibrado” con respecto a lo que los países podían haber llegado a comprometer en este momento dadas las diferencias existentes. De todas maneras, hay que decir que, si bien lo sucedido en Glasgow es de suma importancia, está lejos de ser el final del camino.
La mayoría de los compromisos asumidos en la COP tendrán que ser autoimpuestos, con lo cual, a continuación, los países tendrán que dar seguimiento a dichos compromisos con planes y acciones concretas. En los próximos meses, las promesas hechas en la COP, incluidas las NDC actualizadas, deberán aplicarse en todos los territorios nacionales, teniendo en cuenta que a la fecha solo un puñado de países han hecho que sus compromisos sean legalmente vinculantes.
Hay que decir, así mismo, que en esta lucha los gobiernos nacionales no están solos. Existen igualmente muchos otros actores, incluyendo al sector privado, la academia, las autoridades territoriales, los pueblos indígenas, los jóvenes y la sociedad civil en general, en quienes está depositada la esperanza para cumplir con las metas propuestas.