La agricultura, un motor silencioso de la deforestación amazónica
Para el caso particular de Colombia, Gaia encontró que entre 2000 y 2018 entre 600 y 1.400 km2 de bosques amazónicos fueron transformados para actividades agropecuarias.
6/4/2021
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Por: Santiago Valenzuela Amaya 

La Caverna de Pedra Pintada, un abrigo rocoso en la sierra de Paituna en Brasil, es el lugar desde donde se podría comenzar a contar la historia de la agricultura en la Amazonia. Allí, en el arte rupestre, están los indicios de la presencia de los Homo sapiens desde el año 9.200 antes de Cristo. En ese entonces, la subsistencia de cazadores y recolectores dependía de la biodiversidad amazónica, la cual se fue transformando con el paso de los siglos. Alrededor del primer milenio antes de Cristo, en esta selva inmensa existía la horticultura, sobre todo en las tierras bajas inundadas por el río Amazonas. Después de esta fase, las comunidades sedentarias comenzaron a cultivar yuca y maíz, alimentos que hoy son sagrados para las comunidades indígenas.

De acuerdo con el historiador Juan Carlos Solórzano, en los mil años que transcurrieron entre la introducción de nuevos sistemas agrícolas y la llegada de los europeos alrededor del siglo XVI proliferaron asentamientos en toda la región amazónica y producción de alimentos, así como cosechas de semillas y raíces, monocultivos y diferentes cultivos en una misma superficie. Se desarrolló piscicultura en estanques, cultivos permanentes y cultivos de gran escala, como uno de 15,5 kilómetros cuadrados en Caño Ventosidad en Venezuela.

En el transcurso de los últimos dos siglos, la Amazonia ha vivido cambios sin precedentes. Ganadería, tala de madera, cultivos de palma, minería, entre otras actividades productivas han transformado la selva, con una aceleración mayor en los últimos 20 años. Como lo registró la Fundación Gaia, el total del área agropecuaria en la Amazonia de Suramérica en el año 2000 era de 794.429 km2 y en las siguientes dos décadas se reportó un incremento de 647.411 km2, es decir, un aumento del 81,5 por ciento del territorio transformado para actividades agropecuarias (lo cual incluye la ganadería).

De acuerdo con Gaia, la agricultura y la ganadería son motores centrales de deforestación en la Amazonia: “La transformación de los ecosistemas naturales en áreas de uso agropecuario se produce de dos formas: deforestación de ecosistemas forestales y reemplazo de ecosistemas naturales no forestales”. De hecho, de acuerdo con el análisis de Raisg y MapBiomas, la actividad agropecuaria está siendo responsable por lo menos del 84 por ciento de este flagelo que azota a la selva amazónica.

Para el caso particular de Colombia, Gaia encontró que entre 2000 y 2018 entre 600 y 1.400 km2 de bosques amazónicos fueron transformados para actividades agropecuarias, principalmente para praderas, expansión de infraestructura vial y acaparamiento de tierras. Según la misma fuente, en los últimos dos años se presentó un incremento acentuado “en parte explicado por el proceso de paz con las Farc, el cual eliminó el control territorial que ejercía este grupo al margen de la ley en el llamado ‘Arco de la Deforestación”.

El Parque Nacional Natural Cordillera de los Picachos, ubicado en los municipios San vicente del Caguán y Uribe, ocupó en 2017 el cuarto lugar en la lista de áreas protegidas más afectadas por tala en el país.
Foto: Juan Diego Buitrago

¿Cómo está repartido el territorio?

Actualmente, según la Encuesta Nacional Agropecuaria del Dane, en Colombia la ganadería ocupa 39 millones de hectáreas y para el uso agrícola se utilizan 4’600.000 hectáreas. En este último caso, la mayoría son destinadas a cultivos agroindustriales, con 1’800.000 hectáreas, y 911.093 hectáreas para cereales. En 2017, el Ministerio de Agricultura, junto con la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria (Upra), definió la frontera agrícola nacional, la cual se puede definir como las áreas aptas para cultivar.

Así las cosas, la Upra definió que el departamento de Amazonas tiene una frontera agrícola de 126.592 hectáreas de un total de 48 millones de hectáreas. Según el Gobierno colombiano, este departamento dispone de cerca de 33.000 hectáreas aptas para la producción de carne bovina y de leche bovina, superando áreas dispuestas para otros tipos de cultivos, como las hectáreas aptas para el maíz tecnificado (25.397) o para los cultivos de arroz (13.302) e incluso para los de cacao (12.344).

Al revisar los usos recomendados por esta entidad, llama la atención que aparecen 86.333 hectáreas aptas para la producción de diferentes tipos de pastos, como humidicola, guinea y estrella, todos con una proyección de uso para la ganadería. Adicionalmente, para la palma de aceite, señala la Upra, existen 20.120 hectáreas aptas para su cultivo. Más allá de los terrenos aptos formales registrados en la Upra, existen 2’000.000 de predios rurales informales que presentan situaciones técnicas y jurídicas complejas, lo que se traduce en que son de difícil control estatal.

Como en tiempos milenarios, los cultivos de yuca siguen predominando en la selva amazónica. De acuerdo con el Dane, el 73,1 por ciento de los cultivos permanentes en el departamento de Amazonas corresponden a la yuca, seguidos por los de plátano, con 12,7 por ciento. En los cultivos transitorios, por otro lado, están el arroz, con el 63 por ciento, seguidos de los de maíz, con 20 por ciento. Estos cultivos, la mayoría para el consumo de las comunidades étnicas, no han sido catalogados como principales causas de deforestación, pues por el tipo de intervención en los ecosistemas sobresalen la ganadería o la praderización, por lo cual preocupa el potencial que se les ha otorgado a la ganadería y al sector de la palma en la definición de la frontera agrícola.

En las últimas dos décadas, la Amazonia ha sido un lugar estratégico para los cultivos de palma de aceite. Si bien el epicentro no ha sido la selva colombiana, la palma se ha abierto un paso importante, pues con su uso se pueden elaborar decenas de productos, desde ropa, detergentes hasta chocolates. Es, de acuerdo con WWF, el aceite vegetal más consumido en el mundo. En 2020, de acuerdo con Fedepalma, el área sembrada de palma en Colombia aumentó 2 por ciento, pasando de 559.582 hectáreas en 2019 a 573.058 hectáreas.

El crecimiento del sector palmero ha sido impresionante: la palma de aceite pasó de 1.000 hectáreas sembradas en 1960 a 170.000 a finales de 2001. Los núcleos de cultivo de palma en Colombia están concentrados en el centro del país. En la zona sur, según Fedepalma, priman los proyectos en el departamento de Nariño, dejando a la Amazonia, en teoría, con poca presencia de palma. No obstante, en el sur del Meta y San José del Guaviare, en la Reserva Forestal de la Amazonia, se han desarrollado proyectos ilegales de cultivos de palma.

Teniendo en cuenta la rentabilidad de los productos derivados de la palma, el acaparamiento de tierras también se está dando para este producto. Frente a estos casos, Fedepalma ha denunciado la ilegalidad de cultivar en áreas protegidas, como ha sucedido también en el Parque Nacional Chiribiquete, en donde, a través de sobrevuelos, han quedado en evidencia tierras arrasadas para cultivo de palma.

Frente a este problema, Fedepalma señaló que, por lo menos en Colombia, el cultivo de palma de aceite no es un motor de deforestación. Para argumentarlo, se remiten a las cifras del Ideam, entidad que encontró que entre 2011 y 2017 se deforestaron 1’108.386 hectáreas, de las cuales 4.455 hectáreas corresponden a deforestación por cultivos de palma, lo cual representa el 0,4 por ciento.

¿Qué dice el gobierno?

Al preguntarle a José Yunis sobre la frontera agrícola y el rol del Gobierno en proteger los ecosistemas frente al avance no solo de acaparamiento de tierras, sino de otros tipos de cultivos, el director de Visión Amazonia señaló que “se está buscando restaurar y hacer reconversiones productivas en toda la región amazónica, utilizando incluso la metodología de pagos por servicios ambientales y otros incentivos a la conservación para mantener la conectividad de los bosques”.

Según el Ministerio de Agricultura, “todas las áreas deforestadas a partir del 2010 no serán parte de la frontera agrícola, con lo cual se pone freno a la adjudicación de baldíos en tierras deforestadas”; segundo, “el Gobierno está trabajando en el cumplimiento de la Sentencia 4360 de la Corte Constitucional, la cual reconoce a la Amazonia como un sujeto de derechos y ordena un plan de acción y un pacto intergeneracional para proteger la vida de la Amazonia, y tercero, el ministerio está promoviendo nuevas políticas como prohibir, desde el Banco Agrario de Colombia, la financiación de proyectos agrícolas en zonas protegidas”.

Con la definición de una nueva frontera agrícola, el Gobierno está generando acuerdos con diferentes sectores para asegurar una “producción sostenible”. Es así, por ejemplo, que Fedepalma y gremios lácteos, de cacao y ganaderos han firmado acuerdos de cero deforestación. Y aunque estas iniciativas se vienen empleando desde 2017 y, como han señalado diferentes expertos, en estos acuerdos participan actores legales, en cuanto al control de la deforestación en la ilegalidad es difícil que estos acuerdos tengan algún tipo de efecto.

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