En los últimos años se ha presentado un álgido debate sobre “el antropoceno”, una etapa temporal geológica que precede al holoceno, en la cual ha estado el planeta aproximadamente desde el año 10.000 A.C. Con el desarrollo de las civilizaciones, la naturaleza ha sufrido cambios drásticos. El hombre ha estado en el centro de las transformaciones que hoy tienen al planeta al borde de una crisis climática nunca antes vista. Por ese rol preponderante del hombre, diferentes científicos catalogan esta época como “el antropoceno”.
En la séptima conferencia de la cátedra abierta Nuestro Futuro, organizada por el Centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para América Latina y el Caribe de la Universidad de los Andes (CODS), Germán Andrade —biólogo e investigador senior del CODS — habló sobre “el buen antropoceno”, un concepto que ahonda en la capacidad de resiliencia del ser humano frente a la crisis ambiental actual y que reconoce la responsabilidad del ser humano frente a los cambios que ha sufrido el planeta.
“Ya se acabó el jardín del edén del Holoceno”, señaló el profesor Andrade. Más allá del debate sobre si el origen del antropoceno tiene raíces en el capitalismo, lo cierto, explicaba el profesor, es que desde el año 1950 se ha presentado una aceleración nunca antes vista en los cambios ambientales negativos para el planeta, así como un desarrollo industrial y tecnológico sin precedentes. “El mundo ya no es como lo conocimos. Ha cambiado la estabilidad de la atmósfera”, decía Andrade en relación a factores específicos como los procesos de sedimentación actuales o de calentamiento global.
La circulación de capital, agregó el expositor, ha sido clave en todos estos cambios, así como el crecimiento demográfico. ¿Cuál debe ser la relación del ser humano con el mundo y esta nueva geografía? Hoy, a diferencia de siglos atrás, existen múltiples biomas humanos y un sistema planetario con una huella humana inocultable. Se han presentado varias teorías al respecto. El profesor Andrade mostró, por ejemplo, que desde las ciencias sociales se han estudiado las transformaciones en una etapa posindustrial. A manera de ejemplo está lo que el sociólogo Ulrich Beck llama la sociedad del riesgo a raíz de la globalización.
También se han presentado otros debates filosóficos, como el que planteó Timothy Morton con su libro Ecología sin naturaleza. El antropoceno implica hablar sobre las representaciones, arte, cultura, humanidades, el origen de la vida, las barreras entre occidente y oriente y lo que entendemos por biósfera. Es, según Andrade, un concepto abierto. Con el buen antropoceno, decía, se trata de promover un cambio en la visión del mundo. “Nos volvimos el centro del mundo para mal. El ser humano debe estar en el centro no con arrogancia, sino con responsabilidad” .
El buen antropoceno, agregó, busca calificar la responsabilidad del ser humano con el planeta. Para aterrizar este concepto es necesario tocar temas políticos sensibles y otros de cooperación colectiva. Frente a los futuros probables, donde el deterioro ambiental está en un primer plano, el buen antropoceno busca algunas salidas y nuevas formas de vivir . Andrade habló de un “catastrofismo iluminado”, donde se pueden encontrar alternativas distintas a lo que ya experimentado la humanidad en su historia.
Se trata, en otras palabras, de buscar el buen vivir. En Latinoamérica es un concepto que muchas comunidades utilizan para describir su experiencia armónica con la naturaleza. El profesor Andrade invitó a la audiencia a reflexionar al respecto y proponer una nueva relación humilde con la naturaleza.
¿Y el futuro?
En la segunda parte de la conferencia, el rector de la Universidad de los Andes, Alejandro Gaviria, habló sobre los escenarios distópicos— tema que toca en su libro Siquiera tenemos las palabras— que han surgido con el antropoceno. Mostró, en primer lugar, un corto audiovisual en el que él participó y donde se expone una distopía:
Después de mostrar el video, Gaviria expuso algunas consideraciones que son claves para hablar sobre el buen antropoceno. Existen algunas probabilidades y tendencias que debemos tener en cuenta. Una de ellas, por ejemplo, es el aumento de los conflictos y de la violencia a medida en que aumenta el calentamiento global. En África subsahariana, por ejemplo, las variaciones de temperatura han venido acompañadas de mayores conflictos. Con el cambio climático también se ha exacerbado el tribalismo, el nacionalismo, la xenofobia y el populismo. Todos estos elementos, decía Gaviria, hacen parte de un “mal antropoceno”.
¿De qué aspectos positivos podemos hablar? El cambio en las instituciones es uno de ellos. También la conciencia de la crisis ambiental por parte de gobierno nacionales y locales. En algunos espacios, decía Gaviria, se está reflexionando sobre el lugar de los seres humanos en la tierra y sobre la necesidad de pensar en el bienestar de otras especies. Las innovaciones tecnológicas y los cambios en la ética en relación con la naturaleza, muestran otro antropoceno, positivo.
Gaviria expuso otras ideas sobre el buen antropoceno: la importancia de la dignidad humana, el valor intrínseco de la vida en el planeta como un fin en sí mismo y el rechazo del ecologismo misantrópico. Frente a este punto, el rector dijo: “no creo que sinceramente que el planeta esté mejor sin nosotros” y citó un poema de Ray Bradbury que deja una reflexión sobre las estrellas. Sin el ser humano, nunca habríamos visto las estrellas.
También, agregó el rector, es necesario pensar en la libertad. Tomar aviones, dar la vuelta al mundo, llenar de gasolina el carro todos los días, comer carne, tener hijos, todas estas acciones estarían dentro de las libertades individuales. Sin embargo, desde el punto de vista del antropoceno, estas acciones afectan a los demás. Pensando en John Stuart Mill, el rector señalaba que para restringir las libertades humanas es necesario pensar si estas libertades generan un daño sustancial en el colectivo. “Una sociedad liberal no puede suicidarse en nombre de la libertad”, dijo.
El Estado, en esta coyuntura, debe tomar partido, formulando impuestos sostenibles y promoviendo una forma de vida que mitigue las consecuencias ambientales. Eso sí, hizo énfasis en que el autoritarismo no podrá salvarnos como humanidad. “El buen antropoceno debe respetar la dignidad y la diversidad biológica y humana”. En el buen antropoceno se deben fomentar espacios públicos donde las normas sean debatidas libremente y donde se tengan en cuenta que todas las sociedades han contribuido a la crisis ambiental, pero no de la misma manera.
¿Cómo impulsar la transformación colectiva?
En el panel final de la cátedra participó el profesor Juan Camilo Cárdenas, PhD en economía ambiental y decano de la facultad de Economía de la Universidad de los Andes. Una de las preguntas más difíciles para la ciencia, señaló, ha sido la de cómo surge la cooperación entre los seres humanos. Para pensar en un bien común global es necesario tener en cuenta la diversidad biológica y cultural y las heterogeneidades en el mundo, donde está la desigualdad y las asimetrías en los poderes.
Para demostrar que es difícil incluso llegar a acuerdos comunes con el ambiente un ejercicio con la audiencia, donde se formularon, a manera de encuesta, preguntas relativas a la crisis ambiental. Todas tenían que ver con dilemas como el impuesto a la gasolina o el mayor pago por productos elaborados de manera sostenible. Las respuestas fueron variadas y dejaron en evidencia que no existe, así sea en un grupo pequeño, una determinación frente a ciertas acciones.
“Los humanos no evolucionamos como homo sapiens para responder al antropoceno”, señaló el profesor Cárdenas. Y pese a que no hay tiempo para que la especie humana evolucione biológicamente para responder al antropoceno, sí existe una capacidad cultural que nos puede ayudar como humanidad a encontrar salidas. No hay una salida única, señalaba Cárdenas, pero existen algunas ideas, como proponer sistemas policéntricos, donde el poder se distribuya en diferentes escalas, desde lo local hasta lo internacional. Esta idea implica repensar la soberanía de los países, las libertades individuales y la consciencia de que solo tenemos este caso, el del planeta tierra, para experimentar .
Al respecto, Andrade tocó el tema del capitalismo y dijo que es necesario pensar en reformas para imaginar otro futuro. En últimas, en defender al capitalismo de sí mismo. Cárdenas señaló que en efecto el capitalismo tiene buena responsabilidad sobre las consecuencias negativas del antropoceno, pero también es innegable que durante su consolidación hubo un progreso material en la especie humana sin precedentes. En el momento en el que estamos, en todo caso, el capitalismo tendrá que reinventarse.
El rector señaló que, en efecto, existe una necesidad imperiosa de reformar radicalmente algunas formas de capitalismo. En una escala más individual, dijo, “esto implica también una moderación por parte de todos nosotros”. Los procesos individuales, agregó Cárdenas, han sido importantes en algunos procesos como la reducción del tabaquismo, el uso de paneles solares e incluso la alternativa de modos de transporte sostenibles. Para cerrar la conferencia, el rector Alejandro Gaviria citó al poeta Gary Snyder: Stay together, learn the flowers, go light.
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