Estudio elaborado por el investigador colombiano Juan Nicolás Hernández Aguilera, con el apoyo de la Universidad de Cornell (Departamento de Economia Aplicada y Laboratorio de Ornitología) y la Universidad de Columbia (Instituto de la Tierra, Instituto de Clima y Sociedad) muestra como la actividad cafetera, puede ser compatible con la conservación de una de las riquezas en biodiversidad en Colombia: las aves.
Juan Nicolás Hernández, investigador de post-doctorado en el International Research Institute for Climate and Society de la Universidad de Columbia, es el autor del primer estudio en demostrar que los sistemas agroforestales en café son sostenibles teniendo en cuenta los costos de producción que enfrentan los pequeños productores.
En su investigación convergen diferentes temas relevantes como las posibilidades y las dificultades de la agricultura sostenible, las tensiones entre la sostenibilidad a corto y a largo plazo, la teoría de la adaptación al cambio climático, la necesidad de un comercio justo, entre otros. Así, la conversación gira en torno a este estudio, el cual hace parte de la tesis doctoral del experto y se titula “la economía y la ecología del café de sombrío: un modelo para incentivar el sombrío y la protección de las aves”.

Específicamente, el artículo se enfoca en visibilizar los ‘tradeoffs’ que existen entre dos sistemas distintos de producción de café: por un lado, un sistema intensivo, en el cual no se conservan árboles diferentes al cafetal; y, por otro lado, un sistema —llamado ¡de sombrío’— que permite al cafetal coexistir con otras especies (como, por ejemplo, la guama). Mientras el primer modelo presenta mayores rendimientos en términos económicos, el segundo modelo no solo favorece a las poblaciones de aves que ofrecen servicios ecosistémicos, sino que mejora la calidad del suelo y la absorción de nitrógeno.
En Colombia, la producción de café ha optado por el primer sistema desde los años setenta. Así, ¿es momento de cambiar hacia un modelo más sostenible? ¿tienen los pequeños agricultores incentivos suficientes para migrar hacia el segundo modelo? Para el experto, los productores aún no tienen incentivos suficientes para hacer la transición, pues no pueden ser viables bajo un sistema alternativo de producción mientras la medida de éxito siga estando enfocada únicamente en el volumen. El horizonte de tiempo debe cambiar, se deben crear incentivos para que el pequeño agricultor pueda pensar en el largo plazo e implementar un sistema de producción sostenible que, a la larga, puede llegar a ser más rentable.
El café es un sector que históricamente ha marcado el desarrollo de la agricultura colombiana y que aún constituye la principal fuente de ingreso para menos de medio millón de familias de pequeños productores en el país y 25 millones a nivel mundial.

Tras un riguroso estudio de los costos de producción y de los costos de oportunidad producto de un trabajo de campo con productores de Colombia, México y Perú, Hernández afirma que los resultados sugieren que al menos un tercio de una finca cafetera debería conservar el sombrío. “El trabajo resalta la importancia de este sistema para enfrentar la variabilidad y el cambio climático, por cuanto el sombrío ayuda a regular las temperaturas”.
“Yo creo que están dadas las condiciones, el gran reto es la implementación: cómo favorecer esa transición y desarrollar esos incentivos”, afirma Hernández. En efecto, para que estos sistemas de producción sostenible no se queden en el papel, el experto nombra algunas sugerencias de política pública, como ponerse en los zapatos del productor, cuestionar el alcance de las políticas que actualmente están en curso y abrir el diálogo a nuevas ideas y visibilizar las oportunidades de mercado que presentan los sistemas de sombrío.

Paralelo a esto, Hernández afirma que las aves en el cafetal proveen servicios ecosistémicos en términos de control de pestes como la broca, llegando un solo individuos a representar ahorros de entre 24 y 64 libras de café por hectárea en un año. No obstante, la preservación del bosque y el sombrío, que sirve de habitad para las aves, implica al mismo tiempo sacrificar la posibilidad de plantar más arboles de café y tener mayores rendimientos.
Las lecciones aprendidas para café pueden aplicarse para otros sistemas productivos como cacao y en otros países donde el café sigue constituyendo una fuerte importante de ingreso para garantizar la seguridad alimentaria. En el marco del proyecto mundial de la Universidad de Columbia (Columbia World Projects): “Adaptando la agricultura para el clima de hoy y del mañana ACToday”, Juan Nicolás y su equipo esperan validar y expandir sus resultados a Vietnam, Guatemala y Etiopia.
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