El cambio climático y sus efectos: lecciones de la segunda cátedra Nuestro Futuro
Catalina González, profesora de la Universidad de los Andes y doctora en Ciencias Naturales, expuso los detalles de la crisis ambiental que atraviesa el planeta.
28/1/2020
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“Catastrofista, claro que sí, pero moderado”. Con esta frase del poeta Nicanor Parra, el rector de la Universidad de los Andes, Alejandro Gaviria, cerró la segunda conferencia de la cátedra abierta ‘Nuestro Futuro’, organizada por el Centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para América Latina y el Caribe (CODS). En esta ocasión, Catalina González  ingeniera forestal, doctora en Ciencias Naturales y profesora del departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de los Andes  expuso los conceptos necesarios para comprender el cambio climático y sus efectos en el planeta.   

En el auditorio Mario Laserna se agotaron todos los cupos. Los cerca de 600 asistentes escucharon atentamente la exposición de González y plantearon una serie de preguntas. En la charla introductoria, González hizo énfasis en la necesidad de hablar sobre cambio climático con rigor y términos precisos. Lo que se ha visto en las últimas décadas, señaló, es un bombardeo de información que ha generado ruido sobre la crisis climática, pero no suficiente claridad. Y ante la ausencia de claridad, incluso han surgido grupos negacionistas del cambio climático.  

¿Qué es el cambio climático y cuáles son sus efectos 

Esta fue la pregunta guía de la exposición de la profesora González. Primero es necesario diferenciar el concepto de clima con el de tiempo atmosférico, dijo. Es usual que en los medios de comunicación señalen que un aguacero o una helada, por ejemplo, sea una cuestión de clima. González explicó que el tiempo atmosférico se refiere a un instante meteorológico, como sería una helada, por ejemplo. Y este tiempo tiene que ver con variables como temperaturas, nubosidad, vientos, entre otros. Esa variable es impredecible pero observable, medible.  

A diferencia del tiempo atmosférico, el clima tiene que ver con un promedio y con la tendencia de integrar series de tiempo. En otras palabras, el clima es el promedio de tiempos atmosféricos, pero en periodos más largos: décadas, miles de años. Se necesitan al menos periodos de 30 años para evaluar el clima. Si el tiempo atmosférico es una imagen instantánea, el clima es como el rollo fotográfico, donde se pueden encontrar secuencias. Es importante, por eso mismo, saber cuándo se habla sobre clima y cuándo no.  

En el caso de Australia, por mencionar uno de los ejemplos que citó la expositora, existe evidencia de que en los últimos 100 años el clima ha cambiado y los territorios, ahora más secos, son propensos a incendios como los que se presentaron recientemente en ese país. Esta conclusión se obtuvo después de revisar toda la perspectiva temporal del clima en AustraliaPara entender el sistema climático, explicó, es necesario analizar varios componentes, como las longitudes de las ondas de calor, las precipitaciones, los procesos de vulcanismo, de levantamientos de montañas, la actividad biológica productiva primaria, entre otros.  

En los debates sobre cambio climático es importante que comencemos a hablar de cambios de intensidad solar, así como de gases efecto invernadero, cambios externos, reorganizaciones internas y la interrelación entre los seres humanos y los ecosistemas. El cambio climático, aclaró la profesora González, surge en respuesta a un forzamiento externo (producto de la actividad humana) así como a las regulaciones internas de la tierra. Y tiene que ver, además, con muchos más factores que el aumento de la temperatura. Se tienen que tener en cuenta, por ejemplo, las prácticas de sobrexplotación de la tierra y los cambios en los usos del suelo.  

Teniendo en cuenta los datos recopilados a nivel mundial, González señaló que la temperatura de la superficie terrestre y de la superficie del mar ha aumentado exponencialmente en el último siglo. De hecho, la curva se disparó en la década de 1950 y 1960. La temperatura global aumentó en promedio 0,85% en los últimos 140 años. Y es en promedio porque si bien es cierto que mientras transcurre el tiempo el calentamiento es más intenso, no todos los lugares del planeta evidencian incrementos en la temperatura de la misma manera. El hemisferio norte, agregó la profesora, se ha calentado mucho más que el del sur.  

Existen unas certezas irrefutables: en los últimos 70 años las frecuencias de eventos calientes como incendios y olas de calor han ido aumentando progresivamente. Y teniendo en cuenta los cálculos de investigación, es muy probable que la temperatura aumente durante el próximo siglo. Una aproximación mesurada señala que la temperatura en promedio en Colombia puede incrementar 2,1 grados centígrados en 2100. En los estudios de paleoclimatología área en la que se especializa González  se han logrado establecer curvas de temperatura ascendentes desde 1880 hasta 2020.  

Mirándolo en perspectiva y teniendo en cuenta datos de miles de años atrás, González señaló que este periodo de calentamiento es inusual y en el registro no solo aumentó la temperatura, también las emisiones de CO2, el metano, entre otrosPor otro lado, la superficie mundial afectada por sequías ha aumentado. Como ejemplo la profesora citó el caso de África subsaharianaregión que debido a los cambios progresivos en el clima se ha caracterizado por las migraciones de su población. De hecho, Naciones Unidas estima que, en 2050, cerca de 86 millones de personas podrían migrar de esta región por la crisis ambiental.  

De otro lado, entre 1980 y 2015 han incrementado eventos como sequías, deslizamientos de tierra y un aumento del nivel del mar. “Los océanos se están acidificando”, dijo González. Y esta fue una de sus preocupaciones centrales, pues los alimentos y los recursos marinos están sufriendo las consecuencias de una acidificación que, si se prolonga, puede generar serios problemas de desabastecimiento. El futuro del mundo marino añadió, “es bastante oscuro” e impacta directamente a los seres humanos, pues la mitad del aire que respiramos viene de los océanos, los cuales son el pulmón del mundo, como lo dijo la profesora González.  

 

El ejemplo de Colombia  

De acuerdo con Catalina González, en nuestro país las condiciones son particularmente complejas: Colombia tiene dos océanos, una masa amazónica importante, cadenas de montañas, valles interandinos, entre otras características que dificultan hablar con precisión del clima. Además, teniendo en cuenta la necesidad de los periodos prolongados que se necesitan para hablar sobre el clima, en algunas regiones de Colombia  hay datos instrumentales insuficientes e incompletos.

Colombia entra dentro del área de influencia en la zona de convergencia intertropical, por lo cual no  tiene una estacionalidad marcada. Tenemos típicamente, como señaló González, dos periodos de lluvia y dos “veranos” cortos. A nivel global, señaló, el hemisferio norte se está calentando de forma acelerada. Por la ubicación de nuestro país y la geografía, no hemos resultado tan afectados como otros países como Brasil, que sí están empezando a notar los efectos de que la zona de convergencia esté moviéndose hacia el norte.  

Con el calentamiento global, el rol de los bosques es fundamental. González explicó que estos son como “bombas de agua, tanto así que el 50% de las lluvias son recicladas por la misma vegetación. Es más, cerca del 50% del agua de las lluvias en la Amazonía es reciclada”. Por eso, dijo, urge tomar medidas para evitar la deforestación. De hecho, Colombia tiene la Amazonía más húmeda de todas y es clave en términos de regulación climática.  

Por otro lado, González mencionó el fenómeno de El Niño, el cual es una suerte de balance interno climático que tiene la capacidad de cambiar el clima de Colombia y del mundo entero. “Con todo lo que hemos estudiado no sabemos si el fenómeno de El Niño va a cambiar. No sabemos si será más intenso o no. Los últimos 4.000 años tuvimos un Niño intenso y frecuente, pero en la primera mitad del holoceno no”. Para el futuro de nuestra realidad climática en Colombia, evaluar este fenómeno será fundamental.  

Pese a que las condiciones climáticas del norte de Suramérica son difíciles de modelar, existen algunas aproximaciones con base en los datos disponibles. Si se mantienen los patrones actuales, por ejemplo, la zona Caribe del país será mucho más seca y habrá hasta un 40% menos de las precipitaciones. ¿Se imaginan a la Guajira con el 40% menos de las lluvias?, preguntó la profesora al auditorio. En la región Andina, las lluvias incrementarían entre un 30 o 40%, lo que generaría unos impactos en la agricultura y en el ordenamiento territorial.  

Por otro lado, también existe la evidencia de que los glaciares se han descongelado. González proyectó fotografías de los nevados Cucuy y del Ruiz para mostrar cómo, en los últimos 50 años, han ido perdiendo sus capas de nieve. De hecho, señaló que el nevado Santa Isabel perdió el 87% de la nieve en los últimos 40 años. En general, todos los glaciares de los Andes, incluyendo los de Venezuela y Ecuador, están perdiendo volumen muy rápidamente.  

¿Cómo será el futuro?  

En la conversación que Catalina González sostuvo con Alejandro Gaviria se tocaron varios temas. El rector comenzó mostrando algunos resultados de la Encuesta de Percepción de Consumo Sostenible del CODSEl primer dato que expuso Gaviria fue el siguiente: el 70% de los latinoamericanos manifiestan estar muy preocupados por el cambio climático. Existe un porcentaje grande, dijo Gaviria, de personas que aceptan que las consecuencias del cambio climático. Los negacionistas no son mayoría, señaló, y ese dato es positivo.  

Sin embargo, el rector presentó otra cifra: el 45% de los latinoamericanos no estarían dispuesto a pagar un impuesto a la gasolina, lo que quiere decir que en el fondo es difícil que los habitantes cambien sus hábitos de vida para adaptarse al cambio climático. Luego mostró otra cifra: en Colombia, solo el 25% de la población reporta patrones de consumo responsables. Esto es preocupante, añadió Gaviria, porque la preocupación por el cambio climático no se traduce en cambio de hábitos. “Nos estamos comportando como si lo estuviéramos negando”, dijo.  

Unas consecuencias de la crisis ambiental, según el rector, serán los conflictos por la tierra y los conflictos socioeconómicos. La gobernanza global será mucho más difícil si en los próximos años el calentamiento global pasa de los dos grados centígrados adicionales. Y pese a que en Colombia existe la proyección de que en las cordilleras no se presente un calentamiento como en el de la costa Caribe, González señaló que las mayores precipitaciones pueden generar retos por deslizamientos, avalanchas y crecidas en los ríos.  

Al hablar de las afectaciones, el rector hizo énfasis en la costa Caribe, donde el calentamiento global puede generar serias consecuencias no solo por la geografía de la región sino por los indicadores de pobreza. En efecto, agregó González, ciudades como Barranquilla están en la lista de ciudades costeras más vulnerables del mundo por la falta de preparación para la mitigación del cambio climático. En Colombia, agregó la profesora, la sociedad debe saber que el clima que conocimos hasta ahora no lo vamos a volver a tener. Es necesario, dijo, hacer un duelo por el clima para entender que estamos entrando a un mundo nuevo en el que las reglas serán distintas.  

Gaviria dijo que hay cosas inequívocas, como el aumento de la temperatura, del nivel de los océanos, el descongelamiento de los glaciares y el aumento de emisiones producto de la actividad humana. Y pese a que aceptó que es difícil hacer predicciones en temas tan complejos, con Catalina González llegaron a un promedio de incremento entre 1,5 grados centígrados siendo optimistas a 4 siendo pesimistas. Con un incremento de 3 grados, agregó González, habría un caos climático: se generaría un descongelamiento casi total de los casquetes polares, el nivel del mar sería altísimo y las consecuencias humanas serían drásticas.  

Para no llegar a este escenario la humanidad todavía puede actuar. González y Gavira hablaron de la transición energética, la cual es fundamental, lo mismo la necesidad de replantear los cambios en los usos de suelo. En Colombia, dijo la profesora, el 62% de las emisiones se dan por los cambios en los usos de suelo. La ganadería es un tema pendiente, así como la transición a energías limpias, como la eólica, la solar o los biocombustibles.  

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