¿Qué son las enfermedades transmitidas por vectores? ¿Cómo se pueden usar las metodologías de los Sistemas de Información Geográfica (SIG) para hacerles seguimiento? Estas preguntas guiaron el sexto webinar del proyecto CODSpace, del Centro ODS y la Facultad de Ingeniería de la Universidad de los Andes.
Este webinar contó con la participación de tres panelistas científicas de tres países latinoamericanos: Verónica Andreo, de Argentina, Camila González, de Colombia, y María Elena Torres, de México. Rubby Casallas, decana de la Facultad de Ingeniería, dio la bienvenida al evento y resaltó la importancia de otorgarle mayor participación a las mujeres en eventos académicos: “De acuerdo con la UNESCO, menos del 30% de los investigadores en ciencias de Ingeniería en el mundo son mujeres, lo que es una lástima no solo para las mujeres sino para la sociedad”.
Además, Casallas mencionó que esta es la primera vez en 70 años que una mujer es decana de la Facultad de Ingeniería en Los Andes. Por otro lado, agregó que “algunas publicaciones recientes demuestran que durante la pandemia por el Covid-19 la producción científica de las mujeres ha disminuido”, lo que sucede en buena medida a los confinamientos, pues “la mujer está recibiendo doble carga laboral, por un lado tiene que continuar con su teletrabajo, y por otro, tiene que ejercer el rol de cuidadora en sus casas”.
¿Por qué es importante hablar sobre las enfermedades transmitidas por vectores?
Las enfermedades transmitidas por vectores están directamente relacionadas con el ODS 3, sobre salud y bienestar. Los vectores son animales invertebrados que transmiten patógenos, entre ellos parásitos, de una persona o animal infectado a otro ser vivo. Ocasionalmente causan enfermedades graves en el ser humano. Estas enfermedades transmitidas por vectores, como señala Verónica Andreo, también se conocen como “enfermedades desatendidas” y “enfermedades tropicales”.
Además de tener mayor frecuencia en las zonas tropicales, las enfermedades tropicales se incrementan en lugares con problemas de acceso a agua potable y saneamiento, afectando principalmente a las poblaciones más pobres. De alguna forma, su ausencia en el primer mundo les ha restado importancia y no han logrado estar en la primera línea de una agenda política si se compara con la pandemia generada por Covid- 19, como lo evidencia el siguiente mapa tomado del documento de la OMS.
Las enfermedades vectoriales representan un 17% de la carga mundial estimada de enfermedades infecciosas y causan más de 700.00 muertes al año. El paludismo es la más mortífera de ellas y causó 627,000 muertes en 2012. La la enfermedad con el mayor crecimiento en el mundo es el dengue, con una incidencia que se ha multiplicado por 30 en los últimos 50 años.
Con la pandemia del Covid-19, las medidas de confinamiento han incrementado los casos de estas enfermedades por la permanencia en los hogares. De acuerdo con Verónica Andreo, en Córdoba, Argentina, “ha sido el año con mayor brote de dengue que se haya visto porque los mosquitos no se han ido con la pandemia y, por el contrario, siguen en los hogares de las personas”. Adicionalmente, como mencionó María Elena Torres, “el dinero público se ha invertido en atender el Covid-19, restando importancia a estas enfermedades”.
Asimismo, las políticas de salud pública no se han sintonizado con la gravedad de estas enfermedades. Camila González enfatizó en la necesidad de congruencia desde distintas visiones de política pública: “Por un lado, el mosquito crece en las plantaciones de arroz y por otro lado, se insta desde el gobierno a sembrar más arroz, tomando un ejemplo de lo que sucedió en África”.
Otras investigaciones que ha adelantado González han demostrado la resistencia a insecticidas, por lo que el problema no hay que dejarlo a la ligera, sino por el contrario, de acuerdo con ella, es necesario realizar campañas masivas de sensibilización como las que se han desarrollado con el Covid-19. Las personas deben tomar conciencia de no almacenar agua en tanques, por ejemplo, o de revisar los floreros con agua o cualquier recipiente que contenga agua ya que en este entorno se reproducen aceleradamente.
Las tres científicas que presentaron sus ponencias estudian la ecología de las enfermedades, la cual consiste en comprender la influencia de factores ambientales y predecir cuándo y dónde es más probable que ocurra una enfermedad. Por lo tanto, esta labor apoya a los tomadores de decisiones de salud pública. Sin embargo, como lo mencionó la expositora, el mayor reto está en la presentación científica de los resultados y en cómo comunicar mejor los hallazgos.
Los sistemas de información geográfica – SIG- se han convertido en una herramienta muy útil a la hora de comunicar los resultados de estas investigaciones en ecología de enfermedades. El objetivo principal de las investigaciones ha sido relacionar distintas variables con datos locales y a través de modelos predecir qué sucede en lugares en donde no hay datos. Lógicamente, hay unos tropiezos enormes, como lo mencionó María Elena Torres: “Solicitar información a las entidades públicas puede ser demorado, incluso pueden tardar seis meses” y, por otro lado, cuando finalmente acceden a los datos, “estos no se encuentran georreferenciados”, lo que pone enormes tropiezos en la investigación.
Andreo comentó acerca de una investigación relacionada con el mapeo de la distribución del “roedor colilargo”, el cual es el huésped del virus causante del síndrome pulmonar Hantavirus. También mostró los resultados de una investigación sobre la fiebre del Nilo occidental transmitida por mosquitos culex. De igual manera, compartió los resultados de sus investigaciones relacionadas con Leishmaniasis en un brote que se presentó en la ciudad de Corrientes, en el noreste de Argentina y también de Dengue, relacionado con los patrones temporales en la actividad de oviposición de mosquitos.
A modo de conclusión, Verónica Andreo resaltó como aporte adicional a las políticas de salud pública y en apoyo a los tomadores de decisiones un mapa de riesgos de dengue para Argentina a partir de datos de temperatura y precipitación, el cual establece niveles de riesgos por regiones que pueden ser actualizados mensualmente, permitiendo de esta manera promover el monitoreo y control por parte de las autoridades.
Enfermedades graves y desatendidas
Por su parte, Camila González habló sobre la gravedad de la leishmaniasis que, en ausencia de tratamiento, se convierte en una enfermedad mortal sobre todo para los niños. “Por medio de modelos de nicho ecológico se proyecta la distribución espacial de estas especies a zonas donde aún no sabemos de su ocurrencia”, dijo. Uno de sus primeros trabajos contribuyó a inferir cómo están distribuidas las especies en las áreas de transmisión. Realizó de esta manera una actualización en Colombia de todos los vectores para leishmaniasis, mostrando que la distribución de especies ocupa casi todo el territorio colombiano.
Sin embargo, Camila González dijo que existen grandes dificultades en el levantamiento de datos debido a la dificultad de acceso y a los problemas de orden público que interfieren con el trabajo de campo. De esta manera, se elaboró un mapa de distribución potencial de especies en donde se observa una mayor presencia en el departamento del Tolima.
Con base en este mapa de distribución potencial, González explicó que decidieron realizar investigaciones para Malaria, Leishmaniasis, Chagas y Dengue en el departamento de Córdoba por medio de un trabajo de campo en 15 veredas, el cual no se había desarrollado antes. Allí encontraron especies dominantes para el caso de la Malaria como se muestra en el siguiente mapa:
Otra investigación que reseñó González fue realizada en el Hospital Dermatológico con la Dra. Clemencia Valle, el cual reúne registros de pacientes desde 1999 hasta 2016 para conocer la manera en que están distribuidas las especies de parásitos que produce la enfermedad de Leishmaniasis en el territorio nacional.
De igual manera, Camila González presentó algunas barreras de nichos ecológicos que explican restricciones en la distribución de especies y en su superposición. Por último, mostró otras investigaciones en primates que desde los años cuarenta no se realizaban en el país ; otros acerca de cultivos de palma y por último uno sobre el rol de los mamíferos con la malaria.
En la tercera presentación, María Elena Torres profundizó específicamente sobre la enfermedad de Chagas en el estado de Chihuahua. Habló sobre un “chinche” en particular que contiene en su defecación el parásito que causa la enfermedad de Chagas, que debilita en los humanos las paredes del corazón y es una enfermedad que si no es tratada a tiempo puede ser crónica y durar décadas.
La enfermedad de Chagas en Latinoamérica supera a las otras enfermedades parasitarias y se ubica como la tercera enfermedad más infecciosa después del SIDA y la tuberculosis. Torres explicó cómo fue construido y desarrollado el modelo para mostrar el mapa de distribución espacial del “chinche” para el estado de Chihuahua, en México.
Por último, los panelistas hicieron énfasis en la necesidad de fortalecer este tipo de herramientas para lograr una mayor precisión en la detección y seguimiento de las enfermedades transmitidas por vectores. De hecho, este tipo de proyectos son importantes para alcanzar las metas del ODS 3, sobre salud y bienestar.