El mundo está empeorando o mejorando? ¿Necesitamos un cambio incremental o un cambio estructural? ¿Quién está a cargo de la agenda de la sostenibilidad? Estos son los tres interrogantes con los que Aniket Shah —responsable de las inversiones sostenibles de Oppenheimer Funds y líder del programa de Iniciativa de Financiamiento para el Desarrollo Sostenible en las Naciones Unidas (Sustainable Development Solutions Network – SDSN)— inició su charla el pasado viernes 29 de marzo en la Universidad de los Andes. Tal como él mismo lo recalcó, Shah ha participado en la inversión y la financiación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) desde el sector privado y desde el sector público, por lo que tiene diversas perspectivas de la problemática. A continuación, se presentarán las ideas principales que el experto expuso para responder a las tres preguntas antes formuladas y para generar en su público una reflexión acerca de los verdaderos costos del Desarrollo Sostenible.
Ahora, ¿es realmente argumentable que el mundo está mejorando? A pesar de que una gran mayoría de los expertos se basan en el precio del carbono para asegurar que el planeta cada vez se deteriora más, hay quienes aseguran que el mundo está mejorando: los índices de mortalidad han bajado, los índices de educación ha subido, cada vez se encuentran más formas de curar las enfermedades, etc. Este no es un tema menor, pues la respuesta que los países, las grandes empresas e, incluso, la sociedad civil le den a este interrogante determina la manera como van a aproximarse al desarrollo y, por ende, la cantidad de capital que van a movilizar hacia las transformaciones que el mundo requiere.
De una u otra manera, es innegable que los ODS se han convertido en una herramienta de mercadeo realmente exitosa. “Hoy en día, al entrar a la mayoría de establecimientos del gobierno, de agencias internacionales e incluso de organizaciones no gubernamentales, podemos encontrar afiches y folletos que patrocinan los ODS y el Desarrollo Sostenible”, afirmó el experto invitado. Esto no solo es una ganancia, sino parece ser un excelente medidor de la cantidad de activismo y movilización que se está dando a favor de la implementación de los ODS. No obstante, es necesario preguntarse quiénes serán los actores que asegurarán que la sostenibilidad no se quede solamente en el papel. Shah considera que un nuevo grupo de países, organizaciones, sector privado, y normas han comenzado a jugar un rol más preponderante frente a movilizar el capital público y privado hacia los cambios que requieren —según lo dispuesto por los ODS y la Agenda 2030— nuestros esquemas energéticos, nuestros sistemas de trasporte y movilidad, nuestros métodos de agricultura, entre otros. Pero, ¿existe realmente una voluntad de invertir en dichas transformaciones?
Según el experto, implementar los ODS en el mundo costaría entre tres y cuatro trillones de dólares anualmente. Ahora, ¿es este un monto excesivamente elevado? Si bien los participantes consideraron que este era un monto importante e incluso lo compararon al PIB de economías tan robustas como la de Alemania, Shah explicó que el mundo no solo tiene la tecnología y la capacidad humana para implementar el Desarrollo Sostenible, también tiene el dinero necesario para cumplir con este fin. Si se compara esta cifra con la cantidad de capital que se encuentra en los fondos de pensión alrededor del mundo (casi 400 trillones de dólares), se puede evidenciar que el costo de la sostenibilidad no es excesivo. A pesar de esto, y de gran la cantidad de actividad encaminada a la implementación de los ODS, los mercados financieros no parecen estar en la misma página. Por ejemplo, Shah argumenta que los eventos cruciales para la acción —como los accidentes medioambientales cuya causa reside en el cambio climático— no llegan a impresionar los mercados financieros. Esto se vio materializado en el hecho de que los bonos de largo plazo de los países petroleros no se hayan inmutado con la aprobación del acuerdo la firma del Acuerdo de París. En palabras de Shah: “seguimos en un business as usual”.
Para finalizar su intervención, Aniket Shah cuestionó el concepto tradicional de efectividad: aquello que se consigue si, tras hacer un análisis de costo- beneficio, el resultado reporta mayores beneficios que costos. ¿Es algo realmente efectivo cuando el análisis trata de problemáticas humanas? ¿cuál es el costo de las vidas humanas futuras?