La pandemia del coronavirus ha impactado negativamente en muchos campos del desarrollo sostenible en los que la mayoría de naciones estaban trabajando. Los ejemplos más comunes han sido las afectaciones en pobreza, trabajo, salud, entre otros relacionados. Sin embargo, un impacto negativo latente se ha acentuado en el ODS 5, sobre igualdad de género y empoderamiento de la mujer.
Para construir ‘Un nuevo futuro’, como lo venimos planteando desde el Centro ODS para América Latina y el Caribe, es necesario profundizar en los impactos que ha tenido la pandemia en las mujeres y, desde este lugar, reflexionar sobre posibles soluciones y medidas para afrontar los desafíos venideros.
Además del aumento en casos de violencia intrafamiliar, las brechas en ingresos, así como en la escasa valoración en las actividades del cuidado, han afectado a miles de mujeres en el mundo durante el periodo de aislamiento. Sobre este tema, la ONU señaló en el documento “El impacto del Covid-19 en las mujeres”, que la pandemia está profundizando en desigualdades preexistentes y vulnerabilidades tanto económicas como políticas y sociales.
Afectaciones económicas
Los impactos económicos del Covid-19 podrán ser peores que los que dejó la crisis de 2008 y, de hecho, Naciones Unidas habla de un retroceso incluso de 20 años en aspectos como la lucha contra la pobreza. Al respecto, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), estima que por lo menos 2,7 billones de trabajadores, quienes representan cerca del 81 % de la fuerza de trabajo en el mundo, podrán perder sus trabajos o verse obligados a reducir sus ingresos. Esta situación podría llevar a una recesión global sin precedentes.
La situación es peor en los países catalogados en vías de desarrollo, donde la mayoría de mujeres trabajadoras (70 %, de acuerdo con el reporte de la ONU), dependen de la economía informal y no tienen acceso a la protección estatal. Para sobrevivir, muchas mujeres que trabajan en la informalidad dependen del espacio público y de la interacción social para subsistir. Para mencionar un ejemplo: según la ONU, durante la expansión del Ébola (entre 2014 y 2016 ), la cuarentena afectó a millones de mujeres en África. En Liberia, donde el 85 % del comercio en las calles depende de las mujeres, los periodos de aislamiento incrementaron los niveles de pobreza.
Hasta el 31 de marzo pasado, agrega la ONU, 105 países giraron 4.8 trillones de dólares para programas de protección social y subsidios por desempleo. No obstante, Naciones Unidas recalca que es necesario incorporar datos desagregados sobre los recursos que están destinados para mujeres en estado de vulnerabilidad durante la pandemia, pues hasta el momento no se han evidenciado enfoques de género en la implementación de políticas sociales. Es importante, agrega la misma fuente, que se establezcan líneas de crédito y programas financieros de acuerdo a la realidad de las mujeres.

En este aspecto, los subsidios son claves. Según la ONU, es clave tener en cuenta a las mujeres que están en la informalidad. En el sur de Asia, cerca del 80 % de las mujeres que no trabajan en agricultura están en trabajos informales, en África subsahariana este porcentaje asciende a 74 % y en América Latina y el Caribe es del 54 %.
A nivel global, existen impactos para las mujeres en todos los países. Naciones Unidas señala, por ejemplo, que las mujeres dedican tres veces más tiempo a las labores del hogar que los hombres. Adicionalmente, 740 millones de mujeres trabajan en la informalidad y, en promedio global, las mujeres reciben 16 % menos ingresos que los hombres por el mismo trabajo.
Para aliviar algunos de los efectos adversos de la pandemia en las mujeres, la ONU sugiere aumentar los programas de línea crediticia directamente para mujeres, adaptar los programas sociales con enfoque de género y tener en cuenta los impactos en sectores específicos donde las mujeres representan una importante fuerza laboral: turismo, educación, restaurantes, salud, etc. En la misma medida, es necesario incluir medidas para aliviar la carga de impuestos para mujeres así como la necesidad de financiar organizaciones de la sociedad civil que trabajan en proyectos enfocados en género.
En Colombia, como lo demuestra el proyecto Género y Economía de la Universidad Javeriana, las afectaciones por desempleo pueden ser muy graves para las mujeres. Con base en los datos publicados por el DANE a finales de mayo, el proyecto señala que la brecha de género en el mercado laboral puede aumentar con la pandemia del covid-19. Señalan, por ejemplo, que en Colombia la tasa de ocupación tiene una brecha de 22 puntos porcentuales entre hombres y mujeres. Para 2019, la tasa de ocupación para hombres fue del 67.9 % y para las mujeres del 45.9 %.
En las primeras semanas de aislamiento en Colombia, ya se han visto los efectos negativos en las brechas de género. Por ejemplo: los sectores económicos más vulnerados, como establecimientos comerciales, hoteles y restaurantes, tienen una mayoría de mujeres empleadas. Según el DANE, son más de 3 millones de mujeres las que se desempeñan en estos sectores. Adicionalmente, los datos revelan que existen por lo menos 31 sectores donde trabajan el 56 % de las mujeres ocupadas y en los que es imposible subsistir a través del teletrabajo.
Trabajo doméstico
El trabajo doméstico no remunerado es una realidad en la mayoría de los países del mundo y la carga para mujeres y niñas se ha incrementado con el Covid-19. En América Latina, por ejemplo, el valor del trabajo no pago, como el doméstico, se calcula en 15,2 % del PIB regional. La economía del cuidado, que señala la ONU como invisible, sigue sin ser exactamente cuantificada y se han incrementado las cargas con la pandemia del coronavirus. Las mujeres dedican entre cuatro y cinco horas diarias a trabajo doméstico no pago y, a nivel global, estas contribuciones representan el 2.35 % del PIB global.
El cierre de los colegios, por ejemplo, ha dejado en las casas a 1.52 billones de estudiantes y cerca de 60 millones de maestros están trabajando desde casa. La demanda de trabajo no remunerado ha crecido para las mujeres que se encargan del cuidado de niños. Y para aquellas que lo hacen de forma remunerada se ha generado otro problema: la ausencia del cuidado de sus hijos. El cuidado de los niños también ha sido un problema específico para las mujeres que tienen trabajos esenciales. En Estados Unidos, señala el informe, el 78 % de los trabajos de los hospitales son ocupados por mujeres, el 70 % en los de farmacias y el 51 % en supermercados.
En ese país, según una investigación reciente del National Bureau of Economic Research (NBER) de Estados Unidos, existen cerca de 15 millones de mujeres madres solteras. Además, las labores de cuidado han aumentado en todos los tipos de familias. De acuerdo con la investigación, en la nación norteamericana están registrados 73.5 millones de niños y adolescentes. Ante el cierre temporal de establecimientos educativos, los investigadores hacen énfasis en la necesidad de que el Estado garantice subsidios o programas para las mujeres puedan equilibrar sus actividades diarias sin sobrecargas.

Teniendo en cuenta este panorama, la ONU recomienda que los gobiernos les den apoyos económicos y sanitarios a las mujeres que desempeñan trabajos esenciales. También es clave, en ese mismo sentido, que las mujeres profesionales de salud cuenten con capacitaciones, indumentaria adecuada y bonos salariales por el trabajo que están desempeñando. En el fondo, Naciones Unidas sugiere una revisión en la priorización en la asignación de recursos por parte del Estado durante la pandemia.
Impactos en salud
La pandemia del coronavirus afecta directamente a la salud de las mujeres. A nivel global, el 70 % de los trabajos de salud son realizados por mujeres, principalmente aquellas que trabajan en enfermería, cuidados de primera infancia y otros servicios en los hospitales en los que quedan más expuestas al virus. En España, por ejemplo, la ONU encontró que de las 7.329 personas infectadas por Covid-19 y que trabajan en el área de la salud, el 72 % (5.265) son mujeres. En Italia, el porcentaje de mujeres que desarrollan sus labores en el área de la salud y que resultaron infectadas fue del 66 %.
También hay un impacto directo en la salud sexual y reproductiva. En América Latina y el Caribe, por ejemplo, se calcula que 18 millones de mujeres pueden perder el acceso a anticonceptivos modernos por efectos del Covid-19. Por esta razón, la ONU recomienda fortalecer los programas de salud pública para las mujeres, teniendo en cuenta a las que están en proceso de gestación o que viven en contextos de conflicto armado así como en zonas rurales remotas. Es necesario, además, que los Estados presten atención a las mujeres víctimas de violencia intrafamiliar, a las mujeres mayores y también a aquellas que están en tratamientos de VIH para que que no se vean interrumpidos.
Por otro lado, también es necesario tener en cuenta a las mujeres adultas mayores. A nivel global, las mujeres representan el 57 % de la población mayor de 70 años y el 62 % de la población mayor a 80 años. Las mujeres mayores, señala la ONU, tienden a recibir menores ingresos o pensiones y tienen menos oportunidades de generar ingresos que los mayores hombres, así como también se ven obligadas a realizar el trabajo doméstico sin remuneración. Por esta razón, la cobertura en salud para mujeres mayores no es la mejor y es prioritario que los gobiernos tengan un programa específico para este segmento de la población.
Violencia de género
El 5 de abril de este año, la Secretaría General de Naciones Unidas hizo un llamado global para detener la violencia contra mujeres y niñas, la cual se ha incrementado durante la pandemia del Covid-19, en buena medida, por las medidas de aislamiento social. El hacinamiento, el abuso de hombres a mujeres y el acceso limitado a ciertos servicios son algunos de los factores que han elevado los indicadores de violencia intrafamiliar. En líneas generales, ha existido un incremento del 25 % de este tipo de violencia en el planeta, dice la ONU, aunque en algunos países el número de casos incluso se duplica.
A este tipo de violencias se suman otros efectos de los que se ha hablado muy poco. Para Diana Ojeda, geógrafa e investigadora del Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo de la Universidad de los Andes (Cider), este tipo de estudios deben tener en cuenta que “las desigualdades de género y aquellas por clase, raza y sexualidad están entrelazadas”. En América Latina, por ejemplo, las mujeres que viven en poblaciones rurales, que pertenecen a algún grupo étnico y que viven en condiciones de pobreza, tienen unos impactos en sus vidas que no han sido todavía dimensionados por estos estudios y que necesitan otras intervenciones por parte de los gobiernos.
Ahora más que nunca Naciones Unidas señalan que los estados tienen que buscar espacios seguros para las mujeres y servicios de atención psicológica permanente. También es necesario que los organismos de justicia continúen funcionando y no obstaculicen el acceso de derechos para las mujeres víctimas de violencia. Según las estadísticas de Naciones Unidas, 243 millones de mujeres en el mundo han sufrido algún tipo de violencia en los últimos 12 meses. En Francia, por ejemplo, durante la cuarentena la violencia doméstica subió un 30 %, y en Argentina un 25 %. Hasta el momento, las cifras demuestran que la pandemia está amplificando los efectos la desigualdad.
Para la construcción de un nuevo futuro es necesario que la sociedad se esfuerce por cumplir, con la ayuda de actores como el Estado y el sector privado, las metas del ODS5. Algunas, como lo demuestra la coyuntura de la pandemia, deben ser impulsadas de inmediato: poner fin a todas las formas de discriminación contra todas las mujeres y las niñas en todo el mundo; asegurar la participación plena y efectiva de las mujeres y la igualdad de oportunidades de liderazgo a todos los niveles decisorios en la vida política, económica y pública y emprender reformas que otorguen a las mujeres igualdad de derechos a los recursos económicos, así como acceso a la propiedad y al control de la tierra y otros tipos de bienes.
Los invitamos a ver la video columna de Diana Ojeda sobre los impactos del Covid-19 en las mujeres de Colombia: