Para pensar en un mundo distinto es necesario hablar sobre igualdad de género. En Naciones Unidas lo admitieron cuando formularon los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para hacer del mundo un lugar mejor con miras a 2030. Justamente, el ODS 5 se centra en las metas que, en un lapso no menor a 10 años, las naciones necesitan cumplir para garantizar que exista igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres.
Para lograrlo, es clave superar diferentes obstáculos e intervenir en problemas concretos. Señala la ONU que una de cada tres mujeres en el mundo ha experimentado violencia física o sexual, que las mujeres representan apenas el 13 % de las personas propietarias de la tierra, que casi 750 millones de mujeres y niñas se casaron antes de cumplir los 18 años y que el 24 % de las curules parlamentarias estaban ocupadas por mujeres en 2018. Todas estas cifras revelan diferentes aspectos que intensifican la desigualdad de género en el mundo.
Un aspecto esencial para disminuir las brechas de género consiste en que las mujeres tengan la libertad de decidir. Así lo explicó Marcela Ibáñez, economista de la Universidad de los Andes y PhD en Economía de la Gothenburg, en Suecia, durante el último seminario organizado por el Centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (CODS) y la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes. Ibáñez presentó un estudio sobre el valor de la decisión entre un grupo de personas en Egipto, haciendo énfasis en el empoderamiento femenino a la hora de decidir.
En diferentes culturas, como la islámica, el poder de tomar decisiones ha estado reservado históricamente para los hombres. Para alcanzar la libertad política de las mujeres, primero es necesario garantizar las libertades individuales. Los Estados deben, señalaba Ibáñez, desarrollar instrumentos para lograr la igualdad de representación de las mujeres en diferentes espacios públicos y privados de la vida.
En el estudio que hizo en Egipto, reunió a 160 parejas para evaluar el poder de decisión de las mujeres ante un eventual escenario de donación de recursos. Las mujeres estuvieron expuestas a escenarios de decisión donde estaban solas, acompañadas o con otras personas. Los resultados mostraron que hombres y mujeres, cuando no estaban en un contexto con su pareja, le daban el mismo valor a sus decisiones. Las mujeres casadas, no obstante, redujeron significativamente su capacidad de decisión cuando estaban con su pareja. El contexto social, así como las expectativas, son importantes en el momento en el que las mujeres toman decisiones.
Después de presentar su estudio, Marcela Ibáñez habló con el CODS sobre los retos que existen para avanzar en el cumplimiento del ODS 5.
¿Cómo pueden ayudar este tipo de estudios al cumplimiento del ODS 5, sobre igualdad de género? ¿Cree que pueden alcanzar a incidir en políticas públicas, por ejemplo?
Lo más importante de estos estudios es que nos permiten ver cómo se ven las mujeres a sí mismas, qué tipos de decisiones quieren tomar y cuáles son los roles que ellas perciben que pueden asumir. Te digo que es interesante porque las políticas de género usualmente están enfocadas en las preferencias, en decir: si la mujer no tiene poder, empoderémoslas, eduquémoslas y mostrémosles que ellas pueden ser empoderadas.
Sin embargo, esta aproximación puede ser complicada porque desde la política es difícil cambiar las preferencias. ¿Cómo cambias lo que ellas quieren hacer o lo que ellas sienten que pueden hacer? Lo interesante de este estudio es que nos puede mostrar otras posibilidades para que los diseños institucionales se ajusten a las preferencias de las mujeres, en otras palabras, que vayan un poco más allá sobre los elementos que entran a jugar cuando una mujer toma una decisión. Un gobierno se puede preguntar, ¿por qué las mujeres no participan en las decisiones de poder? Y la respuesta es que tal vez no lo quieren hacer, y ahí la pregunta podría ser, ¿qué arreglos institucionales pongo en práctica para que las mujeres quieran participar?’
En el caso de Egipto es complicado porque hay factores culturales que han desplazado a la mujer. ¿Cómo ve ese factor cultural en Colombia? ¿Cómo puede incidir en la toma de decisiones por parte de las mujeres?
Desde Bogotá es difícil percibir esas diferencias de género. Sin embargo, en un estudio de 2017, en el que estábamos analizando la acción afirmativa para privilegiar a las mujeres en procesos de selección de trabajo, nos dimos cuenta de que funcionaba, es decir, de que esta medida ayudaba a cerrar las brechas laborales.
Después, evaluando otros aspectos, vimos que las mujeres siguen sufriendo violencia doméstica y que existe todavía un gran nivel de machismo. En ese aspecto, el de la violencia, hay una invisibilidad de las mujeres muy preocupante. Y hay otras barreras en las zonas rurales: a las mujeres usualmente se les prohíbe entrar a las minas y se les cierran otros espacios de trabajo. Hay, en algunos lugares, muchos aspectos culturalmente aceptados.
En su estudio quedaba claro que en algunos escenarios las mujeres se sentían más empoderadas para tomar decisiones…
El machismo es muy contextual. Se manifiesta con diferente intensidad dependiendo con quién estés y en determinados contextos. Es interesante ver que cuando se protege la identidad de algunas mujeres, ellas pueden dejar de adherirse tanto a su rol social y tomar otras decisiones distintas a las que tomarían si las estuviesen observando. Creo que es importante trabajar en contextos más protegidos, donde la identidad de la mujer sea más protegida. Este podría ser un camino para empoderarlas. En la investigación que hicimos en Egipto, vimos que algunas mujeres decidían en contra de lo que les recomendaba un computador. Ellas podían dejar la decisión de donar al azar, pero muchas no lo hicieron, no querían que las computadoras decidieran por ellas.
¿Cómo ve movilizaciones como las del 8M y cómo pueden incidir en el cumplimiento del ODS 5?
Desde mi perspectiva, viendo lo que ha pasado en los últimos años, hemos visto que el empoderamiento económico en la mujer ha jugado un papel muy importante en el cambio de roles en culturas tradicionales. Este empoderamiento económico ha influido en el mejoramiento de sus condiciones de vida y por eso vemos que la sociedad está cambiando.
En ese sentido, ¿diría que el desarrollo económico es importante para alcanzar el cumplimiento del ODS 5?
Es generando oportunidades económicas que las mujeres cambian los roles. Por ejemplo: en algunas sociedades, las mujeres están comenzando a heredar, algo que antes no les era permitido. Cuando lo hacen, empiezan a tomar decisiones, empiezan a adoptar roles de liderazgo. Más allá de ese ejemplo, hemos visto que en la medida en que ha existido un desarrollo económico, las mujeres adoptan roles que antes no les eran permitidos: policías, jueces, fiscales, etc.
Para terminar, ¿cómo ve el empoderamiento de la mujer en Colombia en los últimos años?
Me parece que en muchos aspectos la situación de la mujer en Colombia ha mejorado. De hecho, yo estoy frecuentemente en Alemania y lo que veo en ese país es una cultura en el que la mujer es vista principalmente como la cuidadora de los hijos y está totalmente aceptado que se retire de su vida profesional para dedicarse a ellos. En Colombia veo que eso está cambiando, veo a muchas mujeres que aceptan la maternidad pero no es el objetivo final.
Por otro lado, aunque no tenemos un Estado de protección tan fuerte, en Colombia sí hay oportunidades de cuidado de los niños que permiten que las madres continúen con sus carreras profesionales. En Alemania es extraño ver a las mujeres en temas de negocios, es un terreno muy masculino, en Colombia no lo veo tanto así. Ahora, hay aspectos en los que Colombia está muy mal, como lo son la violencia intrafamiliar y las deficiencias en la justicia frente a este y otro tipo de violencias. En esos aspectos hay mucho por hacer.