En el año 2015, cuando 193 países firmaron la Agenda 2030 sobre desarrollo sostenible, la igualdad de género fue un tema transversal. De hecho, uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el quinto, busca mejorar la situación de las mujeres en el planeta. Como señala la ONU, “la igualdad de género no solo es un derecho humano fundamental, sino que es uno de los fundamentos esenciales para construir un mundo pacífico, próspero y sostenible”.
Una de las dimensiones en las cuales históricamente ha existido una desigualdad es en la participación de las mujeres en el debate público. De acuerdo con lo estipulado en el ODS 5, hay tres metas que buscan eliminar esta forma de desigualdad: poner fin a todas las formas de discriminación contra todas las mujeres y las niñas en todo el mundo; asegurar la participación plena y efectiva de las mujeres y la igualdad de oportunidades de liderazgo a todos los niveles decisorios y adoptar políticas y leyes para promover la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres en todos los niveles.
La participación de las mujeres en espacios académicos
Uno de los desafíos para alcanzar la igualdad de género es garantizar la participación de las mujeres en diferentes espacios, como el académico. Por lo general, las mujeres en la academia son minoría, reciben salarios inferiores y tienen más obstáculos para adelantar sus investigaciones. La discriminación aparece en varios ámbitos: desde el acceso a la educación hasta la consolidación de una carrera académica, la cual pasa por otros procesos complejos, como las cartas de recomendación y la revisión de artículos.
Para Ángela María Guarín Aristizábal, profesora de la Escuela de Gobierno de la Universidad de los Andes, “en el campo de la educación superior continuamos rezagados y el avance ha sido mínimo en los últimos 10 años. Menos del 40 por ciento de los docentes en educación superior son mujeres. Según el Sistema Nacional de Educación Superior, pasamos de tener un 33 por ciento de mujeres docentes en 2007 a un 38 por ciento en 2018. Y con cálculos propios, vemos que la disparidad de participación femenina en el campo de la educación superior en Colombia es ligeramente mayor en el sector oficial (37 por ciento) que en el privado (39 por ciento)”.
María del Pilar Lopez, economista e historiadora, PhD en desarrollo económico y profesora de la facultad de Economía de la Universidad de los Andes, explicó que los obstáculos para las mujeres en la academia “comienzan desde muy atrás. Para ser académica, es necesario que la mujer pase por un proceso educativo en donde hay diferentes obstáculos tanto implícitos como explícitos. Es cierto que la vida académica está llena de obstáculos, pero estos son usualmente más severos y más numerosos para las mujeres. En el caso de las mujeres existen mayores sesgos de género, y cuando las mujeres buscan trabajos en la academia, por lo menos en el área de Economía, está probado que aumentan los sesgos por los adjetivos que se usan en las cartas de recomendación o por la agresividad en las entrevistas y en las presentaciones de trabajos para la contratación”.
En ese mismo sentido, agrega López, es evidente que en determinadas facultades, “como Ingeniería o Economía, estudian menos mujeres que hombres. El porcentaje de mujeres estudiando, de hecho, se va reduciendo en la medida en que se avanza en el nivel educativo. En ese aspecto, la mayoría de universidades no han hecho esfuerzos suficientes para cambiar esta situación. Y podrían, por ejemplo, ampliar el porcentaje de mujeres docentes, teniendo en cuenta, a su vez, la importancia de roles a seguir en la toma de decisiones para estudiar estas carreras. Por otro lado, es evidente que hay un sesgo para visibilizar a las mujeres y lo cierto es que hay expertas en todos los campos”.
Para empezar a eliminar los obstáculos a los que se enfrentan las mujeres, López señala que es importante que los organizadores de eventos se esfuercen en visibilizar a las mujeres y que los hombres que participan tengan un compromiso de no participar en caso de que no haya un balance equitativo. Como profesores y académicos, además, tenemos que ser conscientes de los obstáculos que tienen las mujeres y los micromachismos que enfrentan en la academia.
Recientemente la pandemia generada por el Covid-19 parece haber ampliado esta brecha de género en la academia. De acuerdo con un artículo publicado en la revista Nature en abril de 2020 se muestra cómo durante la pandemia las mujeres que trabajan en la academia o en áreas específicas de la ciencia, y especialmente aquellas que son madres de niños, han tenido menos tiempo para investigar y han tenido menos tiempo disponible para trabajar que los investigadores hombres. De hecho, las mujeres encuestadas en Europa y Estados Unidos reportaron un 5% en la reducción de sus tiempos para investigar, y en el caso de aquellas mujeres que son madres la disminución es cercana al 17%.
Contribución desde el Centro ODS
El aumento de la participación de las mujeres en diferentes escenarios de debate público es una tarea que le corresponde a múltiples entidades y organizaciones. Como parte de los compromisos asumidos por el Centro ODS para América Latina y el Caribe de la Universidad de los Andes (CODS) está visibilizar las contribuciones de las mujeres en los temas de desarrollo sostenible. En particular, en la realización de encuentros académicos, seminarios y eventos público nos hemos propuesto cerrar las brechas existentes garantizando la equidad en la participación de las mujeres en estos espacios.
En el transcurso de este año, el CODS ha realizado 44 encuentros con la participación de 130 panelistas y expositores, de los cuales el 48% fueron mujeres. En la Cátedra Nuestro Futuro, dirigida por el rector Alejandro Gaviria, el 50% de las exposiciones estuvieron a cargo de mujeres; en las clases virtuales sobre nuestro curso de ODS, el 63%; en los webinars del CODSpace, el 47%; en los encuentros de sostenibilidad realizados en asocio con el Área de Sostenibilidad de la Facultad de Administración el 57% y en los webinars sobre la comunidad Venezuela 2030, el 40%. Seguiremos comprometidos con garantizar la igualdad del género en el debate público y rendiremos cuentas periódicamente a nuestra audiencia sobre la participación de las mujeres en todos los eventos organizados.
También es necesario trabajar en la representación política
De acuerdo con ONU Mujeres, la representación de las mujeres en los parlamentos nacionales en el mundo alcanza el 23,7%, una cifra baja si se tiene en cuenta que se busca una paridad en estos escenarios de representación. En relación a este punto, ONU Mujeres señala que las instituciones y organizaciones, tanto públicas como privadas, deberían tener en cuenta la siguiente premisa: “la participación plena y equitativa de las mujeres en todos los ámbitos de la sociedad es un derecho humano fundamental”.
Según la Cepal, en América Latina y el Caribe el porcentaje de mujeres en gabinetes ministeriales es de 28,5%, una cifra modesta teniendo en cuenta que se debe alcanzar como mínimo el 50%. En Colombia, desde el año 2000, la ley establece que las mujeres deben ocupar por lo menos el 30% de los cargos decisorios de las entidades públicas a nivel nacional, regional y local. En el año 2011, el país incluyó la Ley 1475, la cual estableció un incentivo del 5% de los recursos asignados a los partidos políticos en proporción al mayor número de mujeres elegidas y a la asignación del 15% de recursos de funcionamiento para ser invertidos en la inclusión de jóvenes, mujeres y minorías étnicas.