La movilidad está cambiando. Durante la pandemia del Covid-19 hemos visto ciudades enteras detenidas, con las calles libres de tráfico y con un mayor volumen de personas caminando o movilizándose en bicicleta. ¿Cómo podemos adaptar la movilidad en las ciudades después de la pandemia? Esta fue la pregunta alrededor de la cual giró el webinar “Adaptando la Movilidad Urbana post Covid – 19”, organizado por el Centro de Objetivos de Desarrollo Sostenible para América Latina y el Caribe (CODS) de la Universidad de los Andes, el Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS) de la Universidad Católica de Chile y el Centro de Excelencia para Estudios en Buses de Tránsito Rápido.
Este espacio tuvo lugar el pasado 1 de julio y estuvo liderado por Felipe Castro, director (e) del CODS y Juan Carlos Muñoz, director del CEDEUS de Chile; participaron también Carolina Simonetti, jefa de asesores en el Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones de Chile, Rodrigo Díaz, subsecretario de Planeación de la Movilidad en Ciudad de México, Juan Pablo Bocarejo, exsecretario de Movilidad en Bogotá y Karisa Ribeiro, especialista senior en transporte del BID.
Como lo explicó Felipe Castro, este webinar se articula a las discusiones alrededor del ODS 11, sobre ciudades y comunidades sostenibles. En esta coyuntura, señaló, “está cambiando la manera cómo funcionan las ciudades y la forma en la que nos movemos dentro de ellas”. En el transcurso del webinar se discutieron temas asociados a los retos de la movilidad teniendo en cuenta no solo las medidas de aislamiento sino las afectaciones del cambio climático. A continuación, les dejamos cuatro intervenciones importantes de este webinar:
1. “Debemos recuperar el transporte público”: Juan Pablo Bocarejo

En estos momentos, de alguna manera, se está deconstruyendo la movilidad. Hoy estamos hablando de usar más los modos de transporte no motorizados y hay una disminución importante en la congestión. Actualmente tenemos un desafío gigantesco y es recuperar el desarrollo económico en nuestras grandes ciudades de América Latina, y en ese sentido tenemos que resolver qué vamos a hacer con el transporte masivo. En Bogotá, por ejemplo, tenemos la oportunidad de superar congestiones gigantes cambiando los horarios pico y utilizando otros medios de transporte. Sin embargo, surgen varias preguntas: ¿Se acabó el transporte masivo? ¿Le vamos a tener miedo? ¿Vamos a tener mayor uso del automóvil y de las motocicletas? ¿Vamos a continuar impulsando el uso de la bicicleta?
Hoy, en Bogotá, tenemos a Transmilenio con una capacidad limitada del 35%. Esta situación genera dificultades financieras que van a pesar mucho en la ciudad. Transmilenio mueve cerca de dos millones quinientos mil pasajeros al día, y para el 20 de marzo de este año estaba moviendo cerca de 270 mil personas. El año pasado, en Bogotá financiamos el transporte público con 230 millones de dólares, y con la crisis del Covid-19, tendremos que aportar de nuestros impuestos cerca de 700 millones de dólares. Este es un impacto muy fuerte en las finanzas de la ciudad.
En Bogotá seguimos dependiendo del transporte público y debemos buscar la manera de recuperarlo rápidamente. Con la situación de desempleo, tenemos que buscar una recuperación de la economía. Podríamos, en un futuro, bajar un poco el pico y pensar en la oportunidad de repensar el transporte
masivo para que sea más cómodo. Tenemos que ofrecer más kilómetros, más vehículos y definitivamente ver de dónde vamos a sacar los recursos para esas mejoras. Pero lo fundamental es mejorarlo y lograr esa financiación. También estamos en la hora de la bici: 77% de la población está a menos de 10 minutos de una ciclorruta. Aquí hay una oportunidad interesantísima para fortalecer la bicicleta como medio de transporte.
2. “Es recomendable reorganizar la estructura del transporte”: Carolina Simonetti

Con la evolución del Covid-19 ha disminuido el uso del transporte público masivo. En China la gente está cambiando los modos masivos a los modos privados, lo cual es muy preocupante. En el metro de Beijing, por ejemplo, los viajes en el transporte público han disminuido en un 50 % si se compara con los que se hacían antes de la pandemia. Por otro lado, en países como Alemania ha aumentado la caminata, el uso de la bicicleta y el del vehículo privado. En América Latina, el BID estima una baja cercana al 80% en el uso del transporte público. En la ciudad de Santiago de Chile, se ha reducido el 85% de la demanda de este tipo de transporte ¿Qué podemos esperar?
Los pronósticos indican que, a futuro, es muy probable que no se recuperen los niveles de demanda anteriores a la pandemia. Esta, por el miedo a los contagios, entre otros factores, podría reducirse un 20%. En este pronóstico también inciden los cambios en el uso de bicicleta, de caminatas y en el aumento del teletrabajo. Por esta razón, tenemos que pensar en cómo afrontar el desbalance financiero del transporte público y en cómo mejorarlo para recuperar la confianza de los pasajeros, procurando dar mayor comodidad en los viajes y aumentando las vías para el transporte público.
En un mediano plazo, tenemos riesgos, aprendizajes y oportunidades. Los riesgos son: la pérdida estructural de la demanda, volver a hábitos de transporte público poco sustentables, el encarecimiento de la prestación de servicio por mayores tarifas e ingresar en un círculo de degradación del servicio. Los aprendizajes: rescatar la relevancia de la formalización de la industria, la necesidad de tener instrumentos contractuales para tener mayores posibilidades de resguardo en las crisis y la importancia de contar con subsidios así como con tecnología para comunicarse con los usuarios. Y en cuanto a las oportunidades, debemos transformar el espacio vial en un espacio urbano para modos de transporte sustentables, reorganizar la estructura del transporte público para diversificar el riesgo, mejorar la calidad del transporte público, buscar fuentes alternas de financiamiento y cambiar el concepto de “gasto en transporte público” a “inversión en movilidad y equidad de acceso”.
3. Mantener la distancia y no trasladar los costos a los usuarios: Rodrigo Díaz

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En Ciudad de México tenemos casi nueve millones de habitantes en un área metropolitana en la que habitan 21 millones de personas. En términos generales, dos de cada tres viajes se hacen en transporte público. El 51% de viajes del transporte público se hacen en buses que son operados por privados, cuyos ingresos dependen de la demanda; ganan por pasajeros transportados. En esa área tenemos muy poco control sobre la operación y allí tenemos un reto frente al manejo de la distancia.
También tenemos el reto de sostener financieramente el transporte público, pues se ha presentado una reducción del 75% frente a semanas anteriores a la pandemia. Y debemos tener en cuenta que la red de metros reportaba 5 millones de viajes diarios y los sistemas BRT cerca de un millón y medio. Durante la pandemia han aumentado los viajes en bicicleta y a pie. Lo que se ha intentado con la reapertura es mejorar la limpieza, la sensibilización y el control de la oferta de la demanda. En el transporte público
tenemos que mantener la oferta reprogramando servicios para no generar aglomeraciones. El máximo de ocupación está en 50% y se ha buscado gestionar la demanda acordando horarios con sectores como los de la construcción, los bancos, la manufactura y el gremio minorista.
Establecer controladamente horas de entrada ha sido interesante y hemos contado con la colaboración de los gremios. De manera paralela también propusimos un plan de 54 kilómetros de ciclovías emergentes y la idea es llegar a 600 kilómetros de ciclovías en 2024. Hemos habilitado 30 calles como peatonales en el centro histórico. Con estas medidas también esperamos evitar la migración hacia modos motorizados privados. No debemos, ni en el corto y largo plazo, traspasar los costos de la situación financiera del transporte público a los usuarios; debemos buscar apoyos para mantener la operación y generar esquemas de riesgo compartido, así como nuevos mecanismos de financiamiento para garantizar no solo la supervivencia del transporte público, sino su mejoramiento.
4. “Estamos en una fase de cambio y debemos aprovechar las oportunidades”: Karisa Ribeiro

Para Ribeiro, quien trabaja como especialista senior en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), esta fase de cambio, en la que han salido a flote sentimientos de desconfianza e incertidumbre, constituye a su vez una oportunidad para mejorar el transporte público y cambiar ciertas costumbres en la movilidad de Latinoamérica. Si bien al BID también le preocupa la posible migración hacia vehículos privados y el desfinanciamiento del transporte público, Ribeiro señaló que las ciudades tienen la oportunidad de hacer más sostenibles sus medios de transporte.
El BID hizo un estudio sobre la situación del transporte público en las ciudades principales de América Latina y encontró una reducción en la oferta de servicios a nivel general. En Guayaquil, Bogotá y México D.F., por ejemplo, las ofertas se redujeron 86%, 73% y 72% respectivamente. Por las medidas de contención al coronavirus, se redujeron en un 75% los abordajes en las ciudades de América Latina a nivel general, señaló Reibeiro. Lo preocupante es que en un día normal, el transporte público en la región mueve por lo menos al 56% de los pasajeros y recauda cerca de 127 millones de dólares. El 91% de estos viajes los hacen operadores privados de transporte.
Actualmente, señaló Ribeiro, se deben hacer ajustes en la frecuencia de los viajes teniendo en cuenta el teletrabajo y también la facilitación de créditos para evitar una crisis financiera en los sistemas de transporte. Otra de las acciones es mejorar la focalización de subsidios para evitar las filtraciones de fondos públicos a usuarios que no los necesitan. En Santiago de Chile, 4 de cada 10 dólares destinados a los subsidios alcanzan a usuarios pertenecientes al 40% más rico de la población de la ciudad”. Karisa Ribeiro también presentó el Programa de Movilidad Baja en Carbono, en el que participa el BID y el gobierno de Brasil. Este proyecto tiene como objetivo central implementar una movilidad urbana sostenible para disminuir los gases efecto invernadero. Este tipo de programas. dijo la expositora, pueden replicarse en otros países de América Latina.
Para ver el webinar completo, haga clic en el siguiente video: